¡Es una aplanadora! Llegué hace tres meses a la burocracia con un saquito rosa, pantalón de zara negro, peinado de secadora y rimel. Y eso sólo en cuanto a mi vestimenta.
Sin embargo, hoy mi energía se ha reducido a un nivel de agonía. Adentro de mi cabeza adornada ya de broches que esconden mi melena sin peinar porque ¿para qué la peino?, la burocracia es una aplanadora mental todavía más poderosa. Ni voy a explicar qué pasó entre ese lunes de mayo y hoy porque estaría usando la misma aplanadora para mi blog.
Pero sólo para despertar un poco de humor doy la siguiente conversación: "al oficio de la subsecretaría le falta un número, porfavor regresenlo y avísen que necesito las cifras del comercio bilateral entre Nigeria y México"..."no hay comercio bilateral"..."entonces agarra otras cifras y avisa a Embamex Nigeria esto"..."están de vacaciones"..."mmm, esperemos entonces. No queda de otra."
Y la pregunta es, ¿en serio no queda de otra? La lección más importante de mis tres meses de trabajo es ésta: hacer es mucho más difícil que criticar. Es obvia, pero es muy fuerte vivirla. Es obvio que la burocracia es lenta, ¿no? ¿Y qué tan obvio es que, una vez que trabajas ahí, te vuelves igual de lenta?
Chale. No quiero ser así. No quiero convertirme y ya lo estoy haciendo. Ya comparto el bostezo de quien critiqué ese primer día que llegué y lo ví echando la hueva en su oficina viendo presentaciones chafas de powerpoint que algún familiar le envió. Pensé "qué horror, qué falta de ética. ¿cómo duerme en las noches recibiendo un cheque por hacer esto en sus horas laborales?"
No sé su respuesta, pero por experiencia -ahora personal-, la respuesta es sencilla: "Fácil." De hecho se duerme muy rico. Es más-te da un sueño increíble. Empiezas a querer estar en tu cama desde las 9am, hora a la que entras a trabajar. Bueno, se SUPONE que es a las nueve pero empiezas a llegar un poquito tarde porque todos se van tarde, y a las 9 nadie se atreve a hablar por teléfono y buscarte porque entre las 9 a las 10 no existes.
Luego de las 10 empiezas a luchar forzadamente por salir del inframundo. Para lograr empezar a trabajar, siempre vas de lo más fácil y lo menos trascendente (checar twitter, facebook y mail personal) a lo importante (correo institucional) y, ya si estamos con una taza de café en mano y pensando que eres la persona más irresponsable del mundo, entonces pasas a lo urgente. ¿Las tareas importantes? Los oficios. Pero ojo: no puedes ver la fecha en que ese oficio (con etiqueta de "extraurgente") empezó a circular, porque sufres una enorme decepción del significado de "extraurgente". Me cae que Marco Polo enviaba un mensaje más rápido a Europa. Puff, se desinfla el tiempo, la urgencia, y con eso se te desinflan las ganas de acelerar el proceso. Es el huevo y la gallina: si el huevo tarda mucho en salir, la gallina deja de pujar. ¿Y cuál es primero? Pues quién sabe.
lunes, 24 de agosto de 2009
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3 comentarios:
Estoy aterrado!!
Mmm quién sabe si algún día quiera trabajar para las instituciones. Me dan miedo esas máquinas.
una historia que se repite en las burocracias de cualquier país...estos dos años trabajando para un gobierno europeo la historia se repite, llegar tarde, salir a media mañana a tomar un café de media hora, la comida...el tiempo pasa y los oficios se van acumulando...en dos meses, con lástima, digo adiós a la burocracia, no quiero terminar aplanándome..
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