La conversación que llena espacios de silencio incómodo, que sirve para lubricar las tensiones entre dos personas, esa conversación ritual pero aburrida, llena de generalidades, inexactitudes y verdades obvias, mata pero salva.
Hay tres tipos de personas: quienes no se dan cuenta que están participando en una conversación plana y recurren constantemente a ella; quienes se dan cuenta y lo hacen de todas formas porque es la única manera de superar la tensión social; y quienes mantienen el principio de nunca entrarle a estas conversaciones y entonces caen en la pedantería de poner tensos al resto.
Negarse a platicar del clima, de las mascotas, de las cosas obvias como "estudiar es una inversión", y "el país está cada vez más peligroso", es también asumir una posición plana y unidimensional del mundo social. Esto es porque una persona que se "sale" de la norma (al no participar en conversaciones planas) pero sigue utilizando el mismo espacio para interactuar (al iniciar otro tipo de conversaciones) está sólo cambiando la forma y no el fondo. El fondo del asunto es evitar que la comunicación sea plana, y no puedes solucionarlo destruyendo toda la comunicación que hay entre tí y alguien más al tomar medidas unilaterales. Por más aburrida que sea una conversación plana, se puede aprovechar para diseñar estrategias de acercamiento para finalmente decir lo que quieres decir, sólo que esta vez la gente te escuchará porque respetaste su espacio. Claro, la pregunta ahora es si hablas para que te escuchen o si hablas por hablarl. La segunda es patética. Todos hemos hecho esto, pero quien construye su personalidad así está perdido.
Me topé con una persona que no participa en los rituales idiotas y humanos de cuidar las formas y lubricar las tensiones con palabras vacías. Esta persona no aliviana al que está en frente tratando de "hacer plática". No sólo eso: también dice decir la verdad tal cual es, la oiga quien la oiga. Pero hay un problema. Le tiene sin cuidado la relación entre los sentimientos y conciencia de quien lo escucha y la "verdad" que pronuncia (la pongo entre comillas porque quien tiene la tarea de decir a priori las verdades a la gente, generalmente no escucha y por lo tanto se va debilitando su capacidad de percibir una verdad más integral). Pasa entonces que la persona que lo está "escuchando" (comillas aquí también porque ¿qué tanto puedes escuchar a alguien que no escucha?) se pregunta por qué diablos está perdiendo su tiempo al "escuchar" a este personaje decir inexactitudes. Volvemos al problema inicial al caer en conversaciones planas, esta vez por la incapacidad de interesar e invitar realmente al receptor a tu conversación. La comunicación falla entonces no por el contenido de lo que se dice (superficialidades en una y verdades a medias en otra) sino por la psicología de quienes participan ahí. Están los asustados sociales que no quieren entrarle a temas tensos y los soberbios que entran a esos temas pero con una incapacidad de escuchar o invitar al otro a la conversación.
Las películas Into the Wild y Grizzly Man hablan de personajes que llevaron hasta sus últimas consecuencias una filosofía de vida de incomunicación total con los demás seres humanos. Por lo menos fueron mucho más coherentes con lo que odiaban de la humanidad. Se alejaron de todo y se fueron a vivir al bosque de Alaska, solos. Murieron solos. En Into the Wild el personaje escribe antes de morir: "happiness only real when shared". ¿Necesitamos corroborar nuestra felicidad o nuestra idea de la verdad con alguien más para que sean reales? En la primera no lo sé, en la segunda creo que sí. La verdad es compartida siempre porque se construye a partir de todo lo que te rodea. Si la sustancia de esa verdad eres tú y tu circunstancia, no puedes pretender extraer esa sustancia de la circunstancia y llevartela tú a Alaska, solo, y seguir llamándola verdad. Lo mismo en una conversación.
domingo, 30 de agosto de 2009
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1 comentario:
Uff, conozco una que otra persona incapaz de hacer small talk. Lo que nunca había pensado es que en realidad necesitamos esos espacios de chitchateo irrelevante y a menudo aburrido para fluir en la vida social. Coincido contigo en que es un acto de soberbia y en el fondo de estupidez, negarse a hacerlo.
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