En mis 4 años de sicoanálisis (cada que podía mi papá, quien me lo financió, me sugería comprarme un diario...se va a contentar que ahora tengo un blog gratis de capacidad ilimitada!) me dí cuenta que para dar cualquier paso adelante en la terapia tenía que atravesar mi propia armadura. Sin planearlo, durante años la había ido construyendo con inseguridades y dudas. Pero también fue porque en el mundo en que viví, donde muchos de ustedes vienen y algunos no tanto, me convenía usarla para evitar la crítica social- el peor de mis miedos. No sé por qué es el peor, pero algo que ayuda a responder es justo esto, que en el mundo en que me tocó vivir en México se esperaba siempre algo de mí diferente a quien soy y en lo que creo. Por eso construí mi armadura.
Bueno, esa es la explicación de diván. Ahora doy la que realmente defiende el título de este blog: es una crítica a la sociedad de México. Mi intento por luchar contra ella es intentando atravesar las armaduras de quienes vivieron siempre en una misma clase social y ahora que la inseguridad del país l@s golpea no saben cómo moverse hacia delante. Es también una forma de poder nadar contra corriente y quejarme de lo que siempre sospecho y no indago. Y volviendo a mi autoterapia, eso siempre me ayuda a sentir que estoy haciendo algo para defender quien soy y en lo que creo.
miércoles, 27 de agosto de 2008
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3 comentarios:
Desarmadores
Por ahí dicen que la parte del mundo que mi mente puede cambiar es mi cuerpo. Allí está. Colinda con la vida. Y digo colinda, porque del otro lado ya sabemos qué vendrá sin fatiga. La armadura como límite bélico con el mundo es contra espadas y balas, pero se le mete el agua. Quizás la respuesta contra la armadura es la inundación. Hasta que se colme y se quiebre como presa. Pero, ¿de qué se desborda? ¿De desenfado? ¿De espíritu crítico? ¿De humor?
Otra opción para desmantelarla, es aprender a tejer. Si como sastres de nuestra armadura tuvimos que ser herreros, y trabajamos nuestro traje a fuego vivo y a martillazos, mejor educarse en el arte del costurero y cultivarse en la casi culinaria técnica del trenzado. ¡A trenzar gente y puntos de vista y palabras y también telas!, para llevar un traje más gracioso y elegante.
La opción más viable es hinchar el cuerpo tanto que estalle la armadura. El cuerpo se puede hinchar de dos formas: tragando pambazos, o inflándose de libertad. Libertad de la opinión de los demás, y sobre todo, látigo en mano, de la opinión de uno mismo.
También se puede uno quitar la armadura. Un streep teese de convenciones cognoscitivas que nos forman. Quizá sólo el erotismo, el deseo de coquetear con el mundo y lo incalculable abre las puertas a la alcoba donde un se puede desvestir.
La desnudes, creo, no se mide con la cantidad de ropa. Pechos al aire, la balinesas se ven más decorosamente vestidas que una mujer con un soberbio escote. Pero que no se malinterprete: ¡necesitamos escotes!, justifican los ojos en ésta tierra, sólo que la desnudes, o independencia de la armadura, como medida de ligereza de un espíritu, en mi opinión requiere ante todo ternura y reconocimiento que en la otredad, también está lo uno.
Quiero leerte. Quiero conocerte más a través de lo que escribes, quiero estar en contacto contigo. Tal vez salgan a relucir temas de los que hablábamos hace años, en el tráfico. Estoy pendiente. Me gusta tu proyecto, es muy buena idea, no lo abandones.
Sólo me queda aplaudir tu contundente prosa... soy fan.
Analía
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